—Aún no veo eso —dijo, acompañado de una risa que mostraba
su desinterés—. Es que suelo hacer los trabajos de historia sola.
—Se me olvidó que eres la protegida de la profesora Clío.
—¡Hey! La profe Clío es imparcial, solo soy buena en la
asignatura. Además, tú no tienes nada que decir respecto a nada, Camile, eres
la protegida de la señorita Erato.
—¿Qué quieres que te diga? Soy una mujer que ama, y sabe
amar… no es mi culpa que, a ti, pues… no te rime el romance.
Las carcajadas de las dos explotaron al instante de oír la
frase. Se miraron con complicidad.
—¿Haremos el trabajo de historia juntas entonces? —preguntó
Tiana a Camile.
—Me parece bien —luego de eso, sacó la lengua.
—Oye, a todo ¿Cómo está Nathan?
—Bien, anoche nuevamente pudimos contactarnos. Es que ha
sido difícil, esto de trasladarme a otro país solo para asistir a esta academia…
nos ha costado, ¿sabes?
—Te entiendo, también dejé todo por estar aquí. Pero claro,
el sacrificio de dejar al amor de tu vida es mayor.
—Para nada, Tiana. Abandonar tu pasado por pisar esta
escuela, ¡Wow! Te admiro un montón.
—Cuando llegué aquí y me tomó la prueba la encarnación de
Clío, me sentí, no sé… viva, sí, viva…
—Te entiendo, llegar de la Ciudad del Romance me ha
significado perder mucho, pero mi corazón saltaba, dichosa, al sentir a Erato
llenando mis venas de la esencia del amor. La silueta de Nathan se dibujaba con
la fragancia del éxtasis.
Los ojos de Camile se cerraron, mientras hablaba de su
novio. Tania por su parte, seguía ordenando su habitación.
—Perdón —se interrumpió la joven—, es que me dejé llevar.
¿Cómo te has acostumbrado a este clima?
—Lo odio, el frío es insoportable.
—Negrita belle, no
te preocupes... Cuando retornes a la tierra de la Samba, serás una heroína, la
aprendiz, la favorita de Clío…
—Pero sabemos que solo una de nosotras será la próxima
nodriza, Camile. Y llegando a ese momento, deberemos pelear.
—Pelearé, Tiana, ¡Pelearé por ser la portadora de la
bendición de las musas!
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