lunes, 31 de octubre de 2016

Origen II · Geometría



—Rodrigo, ten… los apuntes de mate.

—¡Gracias, Al! Eres el mejor.

—Lo sé, lo sé. La prueba estará cabrona, así que pensé que podríamos estudiar juntos ¿Qué dices?

—Quedé con Cintia para estudiar en su casa, creo que su mamá tiene un viaje o algo así.

—Ah… qué bien —la voz de Albert se escuchó extraña, un poco triste, pero rápidamente, y con una sonrisa ciertamente forzada, dijo—. Pues bueno, no te olvides del partido de mañana.

—De eso seguro, ya deseo patearles el trasero a esos del A.

—Hola chico, ¿Qué hacen? —Cintia se acercaba, cargaba con ella unos cuadernos y en su cabello llevaba puesto una cinta calipso.

—Nada, me conseguía los apuntes de mate ¿Y tú? ¿Cómo has estado?

—Bien, creo. Mi madre tomó su vuelo hace unos minutos, una «reunión de negocios» con su jefe.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, sin querer, Albert.

—Aumento de sueldo, mejores puestos laborales… creo que mi mamá se acuesta con su jefe —el dejo de pena era evidente.

—Tranquila, quizás de verdad le pone empeño, ¿No lo crees, Al?

—Sí, dudo que ella manche el recuerdo de tu papá, que en paz descanse.

—Ya, chicos, no importa. Y si así fuese, es cosa de ella… bien, Rorro, te espero en mi casa, trata de ser puntual.

—No te preocupes, Cintia, llevaré unos chocolates para compensar el azúcar.

Guiñando sus ojos esmeraldas, dio media vuelta, la faldita del colegio giró con gracia. Su cabello castaño y largo hacía evidente su orden increíble, lo aplicada en el colegio se reflejaba en todo su ser.

—Al, no se lo he dicho a nadie —decía Rodrigo mientras seguía con la mirada el contoneo de la falda escocesa—, pero me gusta Cintia, y me gusta mucho.

—Ten cuidado, amigo. A veces el amor puede tener forma de triángulo —dijo susurrando Albert.

—¿Cómo? Disculpa, estaba distraído.


—Que recuerdes estudiar los triángulos, entran en la prueba de geometría.

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